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Los grabados de Goya, crónica de una sociedad en decadencia

Sus obras se hicieron tenebrosas, como metáforas de un país al que no le esperaba un futuro halagüeño.

Francisco de Goya fue un pintor y grabador español, nació en un pequeño pueblo cerca de Sevilla, Fuendetodos, el 30 de marzo de 1746. Su obra abarca la pintura de caballete y mural, el grabado y el dibujo.


Su estilo evolucionó desde el rococó, hasta el prerromanticismo, pasando por el neoclasicismo, siempre interpretados de una forma personal, original y con un rasgo subyacente de naturalismo, del reflejo de la realidad sin visión idealista, donde es importante el mensaje ético.


Para Goya, el arte fue un vehículo de instrucción moral, no un simple objeto estético. Recibió la influencia de Diego Velázquez y Rembrandt. Fue precursor de vanguardias del siglo XX, especialmente el expresionismo. Es considerado uno de los artistas españoles más relevantes y gran maestro de la historia del arte mundial.


Su obra refleja el periodo histórico en que vivió, particularmente la guerra de la Independencia, de la que la serie de estampas de “Los desastres de la guerra” es casi un reportaje de las atrocidades cometidas.


Su obra culminante abarca los Disparates, y la serie de pinturas al óleo sobre muro seco, “Las Pinturas negras”, en ellas anticipó la pintura contemporánea y los movimientos de vanguardia del s. XX; son las primeras manifestaciones del carácter moderno de Goya, considerado “El primer artista moderno”.


Los grabados de Goya


En esta oportunidad, analizaremos las grandes series que Goya grabó desde 1778 hasta 1825: Copias de Velázquez (1778), Caprichos (1799), Desastres de la guerra (1810-1815), Tauromaquia (1816),Disparates (1816-1820) y Toros de Burdeos (1824-1825).


Goya es una de las grandes figuras del grabado, por razones técnicas y temáticas. Dominó todas las técnicas de grabado de su época: el aguafuerte, el aguatinta, la punta seca, llegando a converger varias de estas técnicas en una misma estampa. En 1825, con setenta y nueve años, experimenta con una técnica nueva: la litografía. Su principal genialidad radica en la compaginación de la técnica con el contenido.


Copias de Velázquez


En 1778 aparecieron nueve estampas dibujadas y grabadas por Goya sobre cuadros de Velázquez, a éstas se agregaron trece estampas. El motivo de esta serie quizá fue que compartía las ideas de pensadores ilustrados, que pretendían difundir y salvaguardar de pérdidas las obras maestras conservadas en España, o quizá la admiración que sentía por el pintor sevillano y su obra.


Con esta serie, Goya se inicia y experimenta con una técnica nueva y compleja (el aguafuerte), fatigosa para el pulso y para la vista, a la vez que recrea famosos cuadros de un pintor al que admiraba y consideraba como maestro.

Don Gaspar de Guzmán, Conde Duque de Olivares

Caprichos


Esta serie está formada por ochenta grabados, elaborados entre 1796 y 1798 y publicada en 1799. Fue la consagración de Goya como grabador. Como partícipe de la cultura ilustrada, Goya compartía los deseos de progreso, que se conseguiría aplicando la razón, las “luces”, por medio de reformas económicas, sociales y educativas.


Con esa actitud ilustrada, plasmó en imágenes críticas su visión de la realidad española, pero al mismo tiempo aplicables a otros contextos, por ser defectos universales.


Mezcla lo ilustrado y lo popular, referencias a obras teatrales y literarias, y a sucesos de la época, para hacer una crítica satírica y moralizante de vicios y defectos presentes en la sociedad española. Se dirigía contra la superstición y la ignorancia populares y contra los sectores privilegiados (nobleza y clero), improductivos económica y socialmente.


También destacaba la incompetencia de políticos, y los vicios y defectos de la sociedad: prostitución, matrimonio de conveniencia, mala o nula educación de la mayoría de los niños, la violencia que habitualmente se ejercía sobre ellos, la hipocresía, etc. Además, atacaba a la Inquisición y la brujería, tema relevante en la serie.

El sueño de la razón produce monstruos

Desastres de la guerra


La crisis del Antiguo Régimen se precipitó en España en 1808, con el estallido de la guerra de la Independencia (1808-1814). Esta guerra no sólo fue de españoles contra franceses, también fue una guerra civil, pues la mayoría del pueblo español, se enfrentó a los afrancesados, josefinos o infidentes, que aceptaron al monarca, José I Bonaparte, impuesto por Napoleón como rey de España.


Goya fue testigo de esa guerra y sus horrores, que plasmó en “Los Desastres de la Guerra”. La serie la componían ochenta grabados, preparados de 1810 a 1814, de forma oculta, por temor a represalias de los franceses que ocuparon Madrid hasta junio de 1813. Las circunstancias políticas posteriores, con la vuelta del absolutismo impidieron su publicación, y “Los Desastres” fueron publicados hasta 1863.


Realizó un alegato contra la guerra y la violencia. Hizo una reflexión amarga, cruda y desencantada sobre el hombre, inmerso en una situación bélica que provoca crueldad, violaciones, devastación, muerte, miseria y hambre. Arremetió contra las atrocidades de los dos bandos. Manifestó el fracaso de la razón en la que tanto confiaban los ilustrados, como una crónica del fracaso humano.

Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer

Tauromaquia


Tras la guerra, las corridas y espectáculos taurinos tuvieron un gran resurgimiento, y en 1816, Goya no desaprovechó la oportunidad para ganar algo de dinero, pero su tercera gran serie de grabados, “La Tauromaquia”, no consiguió venderse como el pintor apetecía.


Plasmó una historia del toreo en España, siguiendo un orden cronológico, desde la Edad Media hasta llegar a los que habían sido los toreros más famosos de su tiempo.


También reflejó las distintas “suertes” del toreo, los momentos de triunfo, e incluso, los percances y desgracias acaecidas durante la lidia. Un intenso dramatismo, con gran virtuosismo técnico, se manifiesta en todas las estampas de la serie, pero la gente no supo apreciar la calidad y el valor artístico.

Ligereza y atrevimiento de Juanito Apiñaniz en la de Madrid

Disparates


La última gran serie de grabados fue la de “Los disparates”, llamada “Los proverbios” en la primera edición. La inició en 1816, pero quedó sin concluir cuando marchó a Francia en 1824, ante la vuelta del absolutismo. Por ello no fue editada en vida. De las veintidós planchas que componen la serie, dieciocho fueron editadas en 1864 por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y las cuatro restantes se publicaron en París en 1877.


Estos grabados son difíciles de interpretar por sus enigmáticas imágenes y su poca lógica narrativa. Sólo se conocen los títulos de trece obras, y todos comienzan con la palabra disparate. Temas lúdicos y desenfadados, carnavalescos, adquieren un aire siniestro y tenebroso por el dramatismo de la luz nocturna. La mayoría de los temas habían sido tratados en “Los caprichos”, pero ahora lo hace con un sentido dramático o grotesco.


“Los Disparates” se deben interpretar en clave irracional. El miedo a lo desconocido; la ridiculización de los matrimonios a la fuerza; manifestaciones de erotismo y la relación amorosa como acto devorador; lo fantástico de volar; la ridiculización de los que rodean a Fernando VII, y se jactan de ser leales, son temas de algunos de estos Disparates. Goya se muestra pesimista, parece que ha perdido su confianza en el hombre.

Disparate de miedo

Toros de Burdeos


Ya anciano, con más de setenta años, siempre dispuesto a aprender y probar nuevas técnicas, experimentó en torno a 1820 con una nueva técnica, la litografía. Así nació esta serie, preparada entre 1824 y 1825, que Goya esperaba vender en una tienda de grabados de París, de manera anónima y por poco dinero. Son obras maestras del arte de la litografía. Las estampas van firmadas por Goya en el ángulo inferior izquierdo.


Se hizo una tirada de cien ejemplares, y las colecciones completas son hoy muy escasas. Goya buscó conseguir efectos pictoricistas parecidos a los que conseguía en sus cuadros. Están hechas con un aparente descuido, se aprecian correcciones en el uso del lápiz litográfico, pero sorprenden por la espontaneidad y el brío que demuestran en la representación de las figuras de hombres y animales.

El famoso americano Mariano Ceballos

La obra completa de Goya incluye unos quinientos óleos y pinturas murales, además de cerca de trescientos aguafuertes, litografías y centenares de dibujos. La mayoría se conserva en el madrileño Museo del Prado, aunque también hay obras en Francia, especialmente en el Museo del Louvre.


Finalmente, Francisco de Goya murió en Burdeos a las dos de la madrugada del 16 de abril de 1828, acompañado en ese momento por sus deudos y por sus amigos Antonio de Brugada y José Pío de Molina.

“Un modelo romántico para los románticos; un impresionista para los impresionistas, Goya más tarde se convirtió en un expresionista para los expresionistas y un precursor del surrealismo para los surrealistas”.
Nigel Glendinning
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