Pese al avance que se dice que hay en el mundo laboral y que las mujeres ocupan cada día posiciones más estratégicas, lo cierto es que los números dicen lo contrario.
La igualdad de género no solo es un derecho humano fundamental, sino que es uno de las metas esenciales para construir un mundo pacífico, próspero y sostenible.
Se han conseguido algunos avances durante las últimas décadas: más niñas están escolarizadas, y se obliga a menos niñas al matrimonio precoz; hay más mujeres con cargos en parlamentos y en posiciones de liderazgo, y las leyes se están reformando para fomentar la igualdad de género.
A pesar de estos logros, todavía existen muchas dificultades: las leyes y las normas sociales discriminatorias continúan siendo generalizadas, las mujeres siguen estando infrarrepresentadas a todos los niveles de liderazgo político, y 1 de cada 5 mujeres y niñas de entre 15 y 49 años afirma haber sufrido violencia sexual o física a manos de una pareja íntima en un período de 12 meses.
Cerca del 60 % de las mujeres trabaja en la economía informal, lo que las expone aún más a caer en la pobreza. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) se ha propuesto promover la igualdad de oportunidades para que las mujeres accedan a un trabajo decente, esto es, un trabajo bien remunerado, productivo y realizado en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana.
La igualdad de género constituye un elemento decisivo de las actividades encaminadas a la consecución de los cuatro objetivos estratégicos de la OIT:
Promover y cumplir las normas y los principios y derechos fundamentales en el trabajo.
Generar mayores oportunidades para que las mujeres y los hombres puedan tener un empleo e ingresos dignos.
Mejorar la cobertura y la eficacia de una seguridad social para todos.
Fortalecer el tripartismo y el diálogo social.
Un futuro del trabajo en el cual las mujeres tengan una situación de igualdad con respecto a los hombres requiere de un gran salto en el que se ponga fin a la discriminación y las desventajas y se superen los estereotipos arraigados en cuanto al papel de las mujeres en la sociedad, el valor de su trabajo y su posición en el mercado laboral.
La prestación de cuidados no remunerada sigue siendo el principal motivo por el que las mujeres están fuera de la fuerza de trabajo. A nivel mundial se calcula que 647 millones de mujeres en edad de trabajar se dedican a un trabajo de cuidados no remunerado.
Las mujeres están muy infrarrepresentadas en los puestos directivos, un desequilibrio que es aún más pronunciado en sectores tradicionalmente dominados por los hombres. Esta disparidad no tiene nada que ver con la falta de competencia por parte de las mujeres.
De hecho, los estudios demuestran que las mujeres obtienen mejores resultados que los hombres en 17 de las 19 competencias de liderazgo, especialmente en tareas que implican tomar la iniciativa, ser resiliente, buscar el desarrollo personal, estar orientado a los resultados o mostrar integridad y honestidad.
Lamentablemente, las mujeres suelen ser sus peores detractoras. En las autoevaluaciones, las mujeres por lo general se puntúan peor que sus compañeros varones, en especial las más jóvenes menores de 25 años. Los hombres, por su parte, tienden a tener un exceso de confianza y a creerse más competentes de lo que realmente son.
Los equipos diversos logran mejores resultados que los homogéneos. Las mujeres tienen habilidades diferentes, en su mayoría complementarias, en comparación con sus compañeros masculinos. Cuando ambos géneros están representados por igual, las decisiones son más equilibradas, las perspectivas son más diversas.
Los empresarios desempeñan un papel fundamental para fomentar la diversidad de género en el lugar de trabajo. Les corresponde ofrecer a las mujeres las mismas oportunidades que a sus compañeros del sexo opuesto.
Cuál es la realidad
Pese al avance que se dice que hay en el mundo laboral y que las mujeres ocupan cada día posiciones más estratégicas, lo cierto es que los números dicen lo contrario y el avance en nuestro país ha sido lento.
En cuatro años la participación de mujeres en la fuerza laboral solo ha avanzado en tres puntos, de 35 a 38 por ciento, y hablando de puestos gerenciales el avance es de solo dos puntos porcentuales, y a niveles de presidencia o dirección general de una empresa, hay más bien retrocesos que avances.
Al no haber más mujeres en esas posiciones estratégicas, los beneficios económicos que las empresas y trabajadores podrían obtener no se logran, ya que cuando se integra una voz diferente en esos niveles de toma de decisiones las empresas tienen mejor desempeño financiero.
No hay que olvidar que 50 por ciento de la población son mujeres y es irreal que en los comités directivos de las empresas aún no estén ellas en esos grupos.
Lo más importante es que haya directivos dispuestos a impulsar y promover a mujeres en puestos directivos, y eso implica dejar de lado muchos pensamientos que hacen que las mujeres sean más criticadas, ya que mientras a un hombre se le considera estricto a una mujer se le critica.
Medidas para promover la equidad
La equidad de género en el trabajo no se consigue con el simple hecho de que la mitad de los recursos humanos sean mujeres. Tampoco resulta tan sencilla como prohibir la violencia hacia las mujeres. Por tal motivo, exponemos estas propuestas para la equidad de género en el trabajo:
1. Usar la perspectiva de género para reclutar personal
La discriminación está presente en los procesos de reclutamiento de personal, desde el momento en que se define el perfil del puesto. Se recomienda tener presente que ser mujer u hombre no debería ser requisito para ningún puesto.
Asimismo, también es aconsejable contratar mujeres en áreas laborales donde la presencia femenina esté subrepresentada.
2. Fomentar una cultura inclusiva
Para promover una cultura igualitaria y de inclusión laboral, es recomendable que la empresa se preocupe por dos vertientes: la normativa y la cuestión cultural.
Respecto a la primera, se aconseja a las empresas crear un protocolo contra el hostigamiento y acoso sexual. En segundo lugar, es necesario informar al personal sobre las políticas que aplica la compañía para la no discriminación, así como capacitar al personal para prevenir y detectar cualquier expresión de violencia de género y acoso.
3. Impulsar equipos de trabajo igualitarios
Ofrecer las mismas capacitaciones y oportunidades de promoción a hombres y mujeres. Y por supuesto, eliminar las bromas sexistas del centro de trabajo.
4. Celebrar públicamente sus logros
Las mujeres continúan accediendo a menos puestos de decisión dentro de las empresas. Y una de las razones es que no se les abren las mismas oportunidades ni se les ofrece el mismo reconocimiento por su trabajo.
Una manera de combatir esta inercia es reconocer a las mujeres por sus buenos resultados, de la misma manera en que se hace con sus homólogos.
5. Escucharlas de forma continua
Mantener comunicación con las mujeres en el centro laboral. Saber cómo se sienten, quiénes son y cuáles son sus motivaciones, ayudará a encontrar las políticas que fomenten su crecimiento y sentido de pertenencia.
El verdadero equilibrio entre géneros celebra las habilidades y los talentos complementarios de mujeres y hombres. Debemos fomentar soluciones inclusivas para lograr un mejor equilibrio entre géneros, y un crecimiento sostenible.
Construyamos un futuro en un mundo con igualdad de género, libre de prejuicios, estereotipos y discriminación. Un mundo diverso, equitativo e inclusivo. Un mundo donde las diferencias se valoren y se celebren.
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