La crisis mundial ha desaparecido toda certeza en los mercados financieros.
El momento derivado de la pandemia y las respuestas de los países cambian día a día, generando incertidumbre e inquietud en los actores del mercado. La fiabilidad de la información emitida por compañías públicas en mercados emergentes se ve cuestionada. Las entidades, públicas y privadas, enfrentan retos que afectan a sus balances y cuentas de resultados.
La valuación de activos mediante la estimación de escenarios, cálculos de deterioro, reestructuras de deuda y producción de información fiable y en tiempo, se han vuelto temas que necesitan actuación inmediata.
A medida que se desarrollan los eventos, las empresas tienen que evaluar cómo comunicar entre otros los siguientes:
• Los efectos directos e indirectos en resultados de operaciones, (demanda de productos o servicios en las áreas afectadas, efectos en las cadenas de suministro, proveedores de servicios y las economías globales).
• Riesgos e incertidumbre sobre el impacto de COVID-19 en periodos futuros, considerando cómo los eventos recientes pueden afectar los juicios y estimaciones en el corto y largo plazos inherentes a la información financiera (obsolescencia de inventario, problemas en cobranza y cuentas por cobrar, nuevos contratos de ingresos, covenants de deuda o arrendamientos).
• El efecto actual y futuro sobre liquidez y recursos de capital.
Cerca de cuatro centenares de compañías que reportaron ganancias del cuarto trimestre con inversionistas a partir de febrero de 2020, 38% hizo referencia al coronavirus, y el 25% comentó haber tenido algún impacto por el COVID-19 o proporcionó modificaciones a sus lineamientos. De considerarse un evento más del lado cualitativo que cuantitativo ahora nos adentrarnos en un terreno desconocido que empieza por saber con qué profundidad comunicar efectos presentes y futuros.
¿Qué analizar en este momento?
Para las compañías que su año termina el 31 de diciembre, es posible que los efectos financieros directos se reporten en las declaraciones del primer trimestre. Deberán considerar el impacto de COVID-19 en las estimaciones y juicios inherentes en los reportes financieros.
Las firmas que tengan negocios con China podrán ver un impacto en la evaluación del valor razonable o evaluar la recuperación relacionada al crédito mercantil, inventario, cuentas por cobrar de clientes, activos por impuestos diferidos u otros activos o pasivos afectados.
Varios reguladores han extendido la posibilidad de enviar información más allá de las fechas habituales para emisores. Sin embargo, un mayor plazo, lleva a las empresas a estimar con mayor fiabilidad el impacto de lo que estamos viviendo sobre los resultados de sus operaciones. Los análisis de los reguladores deben dar claridad en hipótesis y factores que podrían hacer que los resultados reportados no sean indicativos de las operaciones futuras, en consonancia con información pública.
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