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Desenmascaran mitos sobre vacunas contra Covid-19

Una carrera contra reloj y de las mayores proezas científicas de los últimos tiempos, un arma para abatir la pandemia de Covid-19 se logró: una vacuna.

No sólo una, un valioso puñado han comenzado a distribuirse por el mundo y a aplicarse a millones de personas; mientras que varias otras podrían estar listas próximamente.


¿Confiar en una vacuna que fue desarrollada en menos de un año?


A pesar de esta rapidez, vacunas como las desarrolladas por Pfizer y BioNTech o por Moderna Inc cumplieron con cada una de las fases de investigación clínica en las que se analiza qué tanto pueden proteger y si lo hacen de forma segura. Que hayan estado listas tan pronto responde a tres cosas: la enorme cantidad de dinero que se destinó para su desarrollo, hubo muchos voluntarios, y se agilizaron los trámites burocráticos.


No se saltó ninguna etapa; las vacunas están cuidadas y científicamente avaladas. Por primera vez, antes de concluir la fase 3 ya estaba la producción, las farmacéuticas se pusieron a producir miles de dosis, incluso sin tener los resultados de las pruebas clínicas. Algunas de las fases clínicas se hicieron de manera simultánea. Hubo una colaboración entre academia, industria y gobierno como nunca se había visto.


En el caso de estas dos vacunas de tipo ARN mensajero, aunque se le ha denominado como una tecnología nueva, ha sido explorada por los científicos desde la década de los 80. Se comenzó a estudiar para tratar algunos tipos de cáncer; después las infecciones virales, y se ha estado utilizando en algunos ensayos clínicos para una variedad de enfermedades virales y cancerosas: leucemias, cáncer de páncreas, de pulmón, diferentes tipos de cáncer neurológico e infecciones virales como VIH, influenza y Zika.


¿Por qué se habla de efectos secundarios y adversos?


Lo que se busca es causar una reacción del sistema inmune; es esperado que produzca dolor de cabeza y cansancio, entre otros síntomas temporales. Este tipo de efectos secundarios, como dolor en el brazo donde se aplicó la vacuna o en los músculos, así como un ligero aumento de temperatura, en realidad son benignos, pues indican que está cumpliendo su labor de provocar una respuesta del sistema inmune.


El único efecto secundario grave detectado hasta ahora son las respuestas anafilácticas; una reacción de alergia que sólo se da en algunos individuos. Quienes tienen historial de reacción alérgica fuerte (anafilaxia) no deben vacunarse con vacunas de ARN. Por eso se deben vacunar los demás, para proteger a individuos que no van a poder hacerlo.


Efectos a largo plazo, ¿se corre riesgo de vacunar masivamente sin tener certeza de cuáles puedan ser?


Esos efectos se dan de uno en un millón, hasta que se tenga ese millón de individuos vacunados, no van a aparecer. Los pocos efectos adversos que se han encontrado con muchas vacunas, son casos mínimos; apenas unos cuantos entre millones.


Aquí interviene la farmacovigilancia continua que se realiza en tanto se aplican las vacunas alrededor del mundo, lo cual constituye una cuarta fase de investigación clínica para detectar esos efectos adversos raros.


Una clave sobre qué esperar a largo plazo está en el propio mecanismo de acción del ARN mensajero: esta molécula inestable y efímera que, tras ingresar al citoplasma de las células para dar instrucciones al cuerpo de crear la proteína Spike del SARS-CoV-2, y así estimular la respuesta del sistema inmune, simplemente se desintegra.


Pensar en efectos a largo plazo es complicado porque no hay un reservorio donde se guarde esta molécula de RNA en el cuerpo. No se juega con el genoma de las personas; no es una molécula que afecta el DNA, no llega al núcleo de la célula.


¿Es válido que la gente quiera que le apliquen una vacuna de vectores virales no replicantes, en lugar de una de RNA mensajero?


Si las vacunas fueron aprobadas por las autoridades sanitarias, quiere decir que el beneficio es mayor que el riesgo y que se consideran seguras y eficaces.


La distribución regional dependerá de las condiciones que cada una exige, pues algunas requieren ultracongeladores que las mantengan a -70 grados; mientras que otras pueden almacenarse a tan sólo 4 grados, lo que permite llevarlas a zonas rurales y con menos infraestructura. Las propiedades de la vacuna van a indicar dónde se va a administrar cada una, y siempre y cuando esté aprobada, vacunarse es excelente alternativa.


¿Cómo estar seguro de que me están aplicando una vacuna que se ha mantenido en las condiciones adecuadas?


Pfizer se ha encargado muy bien de cómo se va a distribuir, y la ha mandado en paquetes con hielo seco donde se pueden quedar por periodos de 10 días. En cuanto se saca de ahí, pueden estar hasta cinco días refrigerados en temperaturas de 2 a 8 grados.


México está preparado para vacunar masivamente; como un país de vacunación, es de los mejores en el mundo. Tiene enfermeras, esquemas, maneras de vacunar, e instituciones públicas que ya tienen experiencia en estas vacunaciones masivas.


Es muy importante que las personas sepan exactamente cuál vacuna les aplican, pues todas requieren de una segunda dosis que, forzosamente, debe ser del mismo tipo. Aplicarse una vacuna de un tipo y otra de otro, sí podría acarrear efectos adversos graves que no se han estudiado.


Si alguien ya tuvo Covid-19, desarrolló anticuerpos e inmunidad, ¿tendría que vacunarse de todas formas?


Sí. Con Covid-19 no se sabe la evolución natural de la enfermedad; es posible que nos reinfectemos, o que variaciones o mutaciones del virus produzcan una enfermedad más fuerte o diferente.


Si ya te dio Covid-19 una vez, es posible que te vuelva a dar; puede ser que vuelvas a ser asintomático, que no lo notes. Por beneficio propio y de los demás, se tiene que vacunar. La respuesta inmune va a estar ahí, se va a seguir generando; sin embargo, la vacuna va a producir una respuesta quizá más potente que la propia respuesta natural.


¿Recibir la vacuna significa que la gente puede volver a reunirse y olvidarse de los cubrebocas y el gel antibacterial?


Después de la segunda dosis, la vacuna tarda unos días en generar esta respuesta inmune. Es una transición paulatina de una población que requiere llegar a la inmunidad colectiva, para la que un 70, 75 u 80 por ciento de la población requiere estar inmunizada al virus.


Lograr esta inmunidad de rebaño va a llevar cierto tiempo, durante el cual el virus va a seguir circulando. Hasta que no deje de circular, vamos a tener que seguir usando cubrebocas y manteniendo las prácticas de distancia.


Además, la vacuna no es 100 por ciento efectiva. Las personas aún no saben si están dentro de ese 5 por ciento donde no fue efectiva la vacuna; y no habría que bajar la guardia porque aún no se sabe si la vacuna logrará evitar la transmisión del virus.


Vacunarse es eficaz para no enfermar de Covid-19, pero no se sabe si aún así te va a infectar el virus y puedas contagiar a otros. Mientras que no salgan estudios confirmando que se evita la transmisión, se necesita usar cubrebocas. En primeras fases de laboratorio sí muestran que la vacuna es eficaz para evitar la transmisión, pero se tiene que comprobar en humanos.


Empezar por el personal de salud y seguir con la población segmentada por etapas, ¿es la mejor estrategia de vacunación?


Los comités éticos se han reunido desde hace meses para decidir cómo asignar esas vacunas, porque el que cierto grupo tarde más en recibirla también le confiere el riesgo de en ese tiempo enfermarse.


Lo que no es debatible, incluso la OMS los ha declarado como los primeros y los importantes, es que en primer nivel son los trabajadores de la salud y las personas mayores de 65 años. Cuidar al personal médico es cuidarnos a todos. La estrategia que se ha usado en todo el mundo de primero vacunar al personal que enfrenta al Covid-19 y al resto del personal sanitario es la mejor estrategia para cuidarnos a todos.


Si a partir de la segunda etapa de vacunación, México debiera contemplar criterios más amplios, como las comorbilidades, o la aplicación a otros trabajadores esenciales y en riesgo de contagio -como personal de seguridad, repartidores o maestros-, es una duda.


¿Tendría que poderse comprar la vacuna? ¿Que quien tenga el recurso pague para vacunarse antes?


Expertos señalan que privatizar el acceso a las vacunas entorpecería el “esfuerzo” que se ha hecho hasta ahora. Porque hay que darle mucho seguimiento a cada individuo que recibe una vacuna, pues no ha sido completamente aprobada, sino sólo de emergencia.


Para poderle dar un seguimiento clínico, científico y saber qué vacuna va a funcionar mejor en qué población, se tiene que hacer de una forma muy metodológica. Privatizarlo entorpecería los beneficios a nivel global, y la equidad desaparecería.


El sentido de la vacunación es que sea universal y gratuita. La eficiencia de la vacuna está en la vacunación, no en nada más tener una vacuna extraordinaria. Mientras la vacuna esté bajo “aprobación de emergencia”, no es momento de pensar en ello.


¿Estas vacunas serán eficaces contra la variante de SARS-CoV-2 de mayor transmisibilidad encontrada en Reino Unido, y otras que vayan surgiendo?


Las vacunas se crearon pensando en esto. No es una sorpresa que apareció una variante. Se hicieron pensando en que iba a haber variantes y cómo abordarlas. Lo que se tiene de información hasta este momento es que la vacuna es eficaz contra estas variantes.


Si el virus continúa mutando, la vacuna se puede actualizar, pues la plataforma ya se desarrolló y la actualización es relativamente sencilla. Entre más personas infecte, mayor es la posibilidad de que siga perfeccionándose. Es una razón más para seguir cuidándonos y no ayudarle al virus a que siga contagiando.


Al mismo tiempo que hace gestión para traer vacunas desarrolladas en otros países, ¿tendría el Estado que apoyar financieramente a proyectos nacionales para crear una vacuna?


Lo más importante para cualquier nación es invertir en ciencia, investigación y tecnología. La ciencia en México tiene un potencial muy importante, entonces se tiene que impulsar.


En esta pandemia estamos viendo cómo con el apoyo gubernamental, y con el recurso suficiente, la ciencia da resultados importantes para la población. Es una apuesta que puede mejorar la vida de todos los mexicanos y de todo el mundo.


En todo el mundo, los científicos piensan que debe de haber más dinero para poder hacer investigación. Todos esperan que con esta pandemia los gobiernos abran los ojos y vean la importancia de invertir.

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